Mi nombre es Raquel Domínguez Latorre, pero me conocen por Raquel Latorre. Me cuesta enormemente hacer una descripción sobre mi persona, hablar de quien soy... no soy capaz de resumirlo.
Me encanta reírme a carcajadas, sentarme en un banco y observar a la gente, el olor a tormenta, los bosques con niebla, los rayos del sol entre las ramas, el sonido del mar.
Disfruto viendo feliz a la gente, comer unos buenos grelos, beber cerveza en la mejor compañía, estar de charla horas y horas, ver a mis hijos cada día, hacer escapadas con mi marido.
Soy impulsiva, apasionada e intuitiva. Soy alegre pero tengo mis momentos de tristeza. Desprecio la traición, la mentira y la calumnia; amo la sinceridad, la lealtad y la honestidad.
Hay una antigua leyenda, que como muchas de ellas tienen algo de cierto: Cuenta que los Indios se negaban rotundamente a ser fotografiados, porque aquellas extrañas máquinas decían, les robaba el alma. Es una idea bonita, incluso tiene su lógica, pues al encontrar tu imagen fuera de tu cuerpo, algo raro ocurre, aparece la magia. Esta leyenda me impactó, y desde el instante que la escuché, me he lanzado a este mundo mágico y asombroso.
Trabajo con entusiasmo y disfruto con lo que hago. Tengo la motivación necesaria y lo transmito en mi trabajo.
Para mi las fotos más bonitas son aquellas que se producen de forma natural. Pasaré desapercibida, esperando ese momento único, capturando risas, lloros, gritos, alegrías y te seguiré a donde sea si me lo pides. Soy cazadora de belleza y sentimientos, especialista en capturar instantes.
La imagen tiene que hablar por si sola, cero poses, estilo relajado y sobre todo, que cada imagen te traslade a ese momento. Mi forma de retratar las emociones, reflejando en las fotografías los sentimientos de cada persona, plasmando la realidad en imágenes, es mi principal característica.